Entre las misiones que trataría de cumplir el destacado
combatiente revolucionario Faustino Pérez en La Habana,
estaba la de enviar un periodista a entrevistar a Fidel
en la Sierra Maestra, pero los directores de las
principales publicaciones no lo aceptaron, temerosos a
las represalias que ello les pudiera ocasionar. No sería
hasta mediados de febrero que se logró por el también
expedicionario René Rodríguez, que el afamado reportero
del New York Times, Hebert Matthews, fuera mandado a
buscar a La Habana por la representante de dicho diario
y aceptara realizar la entrevista. Luego de burlar los
controles de los cuerpos represivos, desde la ciudad de
La Habana hasta las inmediaciones de la Sierra Maestra.
El 17 de febrero de
1957 en los terrenos de la finca El Chorro en las
inmediaciones de la Sierra Maestra, de Epifanio, el
comandante rebelde le confiere Matthews la siguiente
entrevista:
“Fidel Castro, el
líder rebelde de la juventud cubana, está vivo y
peleando con éxito en la intrincada Sierra Maestra, en
el extremo sur de la Isla. / El presidente Fulgencio
Batista tiene la crema y nata de su ejército en la
región, pero hasta ahora está en desventaja en la
batalla por vencer al más peligroso enemigo que jamás
haya enfrentado en su larga y azarosa carrera como
regidor de los destinos cubanos.
Esta es la primera
noticia confirmada de que Fidel Castro está todavía vivo
y todavía en Cuba. Nadie fuera de la Sierra Maestra ha
visto a Castro, con excepción de este reportero. Nadie
en La Habana, ni aún en la embajada de los Estados
Unidos, con todos sus recursos para obtener
informaciones, conocerá hasta la publicación de este
reportaje que Fidel Castro está realmente en las
montañas orientales de Cuba.
Este recuento romperá
la más rígida censura de la historia republicana de
Cuba. La provincia de Oriente con sus dos millones de
habitantes, sus florecientes ciudades de Santiago,
Holguín y Manzanillo están tan desconectadas de La
Habana como si se tratara de otro país. La Habana, no
sabe y no puede saber que miles de hombres y mujeres
están en corazón y alma con Fidel Castro, así como con
los ideales que defienden los jóvenes en la Sierra
Maestra. Tampoco conocen que cientos de respetables
ciudadanos están ayudando a Castro; que estallidos de
bombas, y actos de sabotajes se producen a diario (18
bombas estallaron en Santiago el 15 de febrero), y que
la fiera represión antiterrorista del Gobierno está
enardeciendo los ánimos populares aún más contra el
presidente Batista.
A lo largo de Cuba,
un formidable movimiento de oposición ha estado
desarrollándose contra el general Batista. Aún no ha
alcanzado su clímax. Los rebeldes de la Sierra Maestra
están constreñidos a ese perímetro. La situación
económica es buena. El presidente Batista cuenta todavía
con la fidelidad de la oficialidad del Ejército y de la
Policía. Debe poder contar con el respaldo castrense en
los dos años que aún quedan de mandato.
Sin embargo, hay
aspectos débiles en la economía, especialmente en el
ángulo fiscal. El desempleo es creciente; la corrupción
prevalece en la administración pública. Nadie puede
predecir nada con seguridad, excepto que Cuba está en un
período problemático.
Fidel Castro y su
Movimiento 26 de Julio son el símbolo de la oposición al
régimen. La organización que no tiene nexos con la
rebeldía de los estudiantes universitarios, está
integrada por jóvenes de todas clases. Es un grupo
revolucionario que se autotitula socialista. También
tiene características nacionalistas, que generalmente en
América Latina significa antiyanqui.
El paraje de la
Sierra en que nos encontrábamos era poco fértil.
“Algunas veces comemos, otras no”, me confió un rebelde.
En conjunto parecían gozar de buena salud. Sus
simpatizadores les enviaban alimentos; los campesinos
les prestaban ayuda; guías de confianza van a comprar
aprovisionamientos, pese a que los comerciantes hacen
sus ventas con riesgo y contra las órdenes del Gobierno.
Raúl Castro, el hermano más joven de Fidel, se adelantó
con miembros del grupo. Poco más tarde apareció Fidel.
Considerándolo por su físico y su personalidad, es un
hombre corpulento, de seis pies, de piel aceitunada, de
cara llena, de barba dispareja. Vestía un uniforme color
verde olivo y llevaba un rifle con mirilla telescópica
del cual se siente orgulloso. Parece que sus hombres
tienen más de cincuenta de esas carabinas que dice temen
los soldados. "Nosotros podemos alcanzarlos a mil yardas
con estas escopetas".
Después de conversar
sobre algunas generalidades, nos sentamos sobre mi
frazada. Alguien trajo jugo de tomate, sándwiches de
jamón con galletas y latas de café. Para festejar la
ocasión, Castro abrió una caja de tabacos, y conversamos
por espacio de tres horas. / La conversación era un
murmullo. Tropas del Ejército circundaban las cercanías,
con la única esperanza de poder atrapar a Castro y a sus
hombres.
Su personalidad es
abrumadora. Es fácil convencernos de que sus hombres lo
adoran y comprenden por qué es el inspirador de la
juventud de Cuba. Estaba frente a un fanático, un hombre
de ideales, de coraje y de cualidades para el liderazgo.
La conversación
comenzó con el relato de cómo pudo agrupar a los
dispersos sobrevivientes de los hombres que
desembarcaron el 2 de diciembre. Más tarde cómo pudo
mantener alejadas a las tropas del Gobierno mientras
jóvenes de todas partes de Oriente se unían a sus
fuerzas, mientras el general Batista los abrumaba con
sus prácticas antiterroristas. También contó cómo se
aprovisionó de armas y comenzó los ataques de guerrilla,
que hicieron se le considerara invencible. Quizá no lo
sea, pero esa es la fe que inspira a sus partidarios.
Ellos han celebrado
muchos combates e infligido muchas bajas al Ejército.
Aviones del Gobierno los bombardeaban todos los días; en
efecto, a las nueve de la mañana vi volando un avión.
Las tropas tomaron sus puestos; un hombre que vestía una
camisa blanca se escondió con prontitud, pero el aparato
se alejó para bombardear la parte alta de la montaña. /
Castro es un gran conversador, sus ojos carmelitosos
brillan; su rostro se aproxima a su escucha y su voz
tenue como en una pieza de teatro, presta un vívido
sentido de drama.
Llevamos setenta y
nueve días peleando y estamos más fuertes que nunca
--enfatiza Castro--. Los soldados están peleando
malamente; su moral es baja y la nuestra no puede ser
superior. Estamos matando muchos, pero cuando los
tomamos prisioneros nunca los fusilamos. Los
interrogamos, les hablamos cordialmente, tomamos sus
armas y su equipo y los dejamos libres.
--Sabernos que
siempre los arrestan después, y hemos oído que algunos
son fusilados como ejemplo para otros. Ellos no quieren
pelear y no saben cómo combatir en la guerra en las
montañas. Nosotros sí.
--El pueblo cubano
conoce las noticias sobre Argelia, pero nunca ha
escuchado una palabra acerca de nosotros o leído una
noticia por la rigidez de la censura. Nosotros seremos
los primeros en contarlas. Tengo seguidores en toda la
Isla. Todos los mejores elementos, especialmente la
juventud está con nosotros. El pueblo cubano resiste
cualquier cosa menos la opresión--.
Le pregunté sobre las
informaciones en que se aseguraba que proclamaría un
gobierno revolucionario en la Sierra Maestra.
--Aún no -replicó-.
Aún no es el momento. Lo haré en su oportunidad. Tendrá
más impacto por la demora, ahora todo el mundo habla de
nosotros.
--No hay prisa. Cuba
está en estado de guerra, pero Batista trata de
ocultarlo. Todo dictador debe demostrar que es poderoso,
pues de lo contrario se cae; nosotros estamos
demostrando que es impotente.
--El Gobierno
--comentó con amargura-- está utilizando las armas
suministradas por los Estados Unidos, no sólo en su
contra, sino también ---contra todo el pueblo cubano—.
--Ellos tienen
bazookas, morteros, ametralladoras, aviones y bombas
–refirió--, pero nosotros estamos seguros en la Sierra;
ellos tienen que venirnos a buscar--.
Castro habla algo de
inglés, pero prefiere conversar en español. Tiene
mentalidad más de político que de militar. Sus ideas de
libertad, democracia, justicia social, necesidad de
restaurar la Constitución, de celebrar elecciones, están
bien arraigadas. También cuenta con sus propias teorías
económicas, que quizás un entendido consideraría pobres.
Al Movimiento 26 de
Julio habla de nacionalismo y anticolonialismo.
--Puedo asegurar que
no tenemos animosidad contra los Estados Unidos y el
pueblo norteamericano --replicó a mis preguntas--. Sobre
todo –recalcó-- estamos luchando por una Cuba
democrática y por la conclusión de la dictadura. No
somos antimilitaristas; por eso es que dejamos libres a
los soldados prisioneros. No tenemos odio contra el
Ejército porque sabemos que hay buenos hombres,
incluyendo a muchos oficiales. Batista tiene tres mil
soldados en el campo contra nosotros. No le diré con
cuántos contamos por razones obvias. Trabajan en
columnas de doscientos; nosotros en grupos de diez a
cuarenta y estamos triunfando. Es la batalla contra el
tiempo y el tiempo está de nuestro lado”. (1)
La entrevista, devino
en histórica, pues fue la oportunidad de dar a conocer
al mundo que el líder revolucionario cubano se
encontraba con vida y combatiendo al frente de un
destacamento guerrillero a las tropas de la tiranía a la
que ya la habían infligido dos derrotas.
Matthews estaba
seguro que la entrevista al jefe rebelde sería “tremendo
palo periodístico”, sin embargo, paradójicamente la
misma tiranía hizo que las expectativas se sobrepasaran
con crece, pues tildó públicamente de mentiroso al
prestigioso reportero del New York Time, pero éste tenía
la prueba para demostrar su honestidad y poner al
régimen en el mayor de los ridículos ante el mundo,
cuando publicó la foto junto a Fidel Castro en la
montañas orientales.
(1) Herbert L. Matthews: Entrevista a
Fidel Castro", Bohemia, No. 9, marzo 3 de 1957, Sup. 2 y
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